Sandokán y el Corsario Negro
 

Uno sembró el terror en el Indico junto a su fiel amigo Yánez intentando recuperar el trono usurpado a su familia. El otro recorrió el Caribe vengando la muerte de sus hermanos, los Corsarios Verde y Rojo. El feroz Tigre dejó la piratería por Mariana, sobrina de su enemigo, a quien convirtió en la reina de Mompracen. El temible corsario lloró cuando abandonó a su suerte a su amada Honorata, luego de descubrir que era la hija del Duque Wan Guld, asesino de sus hermanos.

Esas historias de piratas que acompañaron nuestra juventud se transformaron, en el siglo XXI, en verdaderas pesadillas para quienes operamos en el comercio internacional.

La cuestión reviste tal gravedad que el Comité Marítimo Internacional, creado en 1992 por la Cámara de Comercio Internacional (CCI), emite informes semanales de ataques y alertas. En lo que va del año se han denunciado 20 ataques piratas a buques en Sudamérica y al momento de redactarse estas líneas se han emitidos alertas respecto de las zonas de Belen (Brasil), Marmonal (Colombia) y Guanta (Venezuela). Las estadísticas muestras que nuestra región, pese a su escasa participación en el comercio internacional, es blanco de numerosos ataques:

  2001 2002 2003 2004
Brasil 3 6 7 6
Guyana 10 12 6  
Venezuela 7 8 13 6
Colombia 5 7 10 3
Ecuador 9 12 2 1
Perù 3 6 7 4

La utilización de lanchas de alta velocidad, armas automáticas y hasta granadas les permite a los piratas tomar buques mercantes por asalto, secuestrar a toda o parte de su tripulación (para pedir rescate a las navieras) y robar mercaderías y documentos. Esto, sumado a la creciente participación de grupos separatistas en los ataques, ha movilizado a la Organización Marítima Internacional (OMI), que luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, promovió a nivel mundial la implementación del Código ISPS (International Ship and Port Facility Security Code) que entró en vigencia en julio de este año. La respuesta internacional ha sido importante: al 30 de septiembre el 90% de las terminales portuarias y de los buques comprendidos en este régimen habían dado cumplimiento a sus disposiciones.

Pese a ello, las estadísticas del International Maritime Bureau Piracy Reporting Center de la CCI son desalentadoras. Los ataques aún no han disminuido y la OMI comunicó que la implementación del Código ISPS en Africa, Europa del Este y en la zona de la ex Unión Soviética es más lento de lo esperado.

Mientras tanto los operadores del comercio internacional presencian atónitos la escalada en la violencia de la piratería que tiene su epicentro en el sudeste asiático: el saldo del primer semestre del 2004 arroja 182 ataques a buques que implicaron robo de mercaderías y demoras en las travesías, con los consiguientes trastornos para exportadores e importadores. A eso debe sumársele la muerte de 30 tripulantes.

Ojalá los esfuerzos públicos y privados de la comunidad internacional logren que en un futuro no muy lejano el mundo de la piratería quede limitado, nuevamente, a las geniales novelas de Emilio Salgari.

Por Sergio Daniel Albornoz (*)

(*) Abogado. Profesor de la Fundación BankBoston. E-mail: sergioalbornoz@arnet.com.ar


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